En los niños pequeños con TEA, la falta de habilidades sociales y de comunicación puede impedir el aprendizaje, particularmente el aprendizaje a través de la interacción social o en las situaciones con compañeros. En casa, la insistencia en las rutinas y la aversión a los cambios, así como las sensibilidades sensoriales, pueden interferir con el comer y el dormir, y hacer muy difíciles los cuidados rutinarios (por ej., cortes de pelo, intervenciones dentales).
Las habilidades adaptativas están típicamente por debajo del coeficiente intelectual medido. Las dificultades extremas para planificar, organizar y enfrentarse á los cambios impactan negativamente en los logros académicos, incluso en los estudiantes con inteligencia por encima de la media.
Durante la edad adulta, estos individuos pueden tener dificultades para establecerse con independencia por la continua rigidez y sus problemas para aceptar novedades.
Muchos individuos con TEA, incluso sin discapacidad intelectual, tienen un funcionamiento psicosocial bajo en la edad adulta, según indican medidas como vivir independientemente y el empleo remunerado. Las consecuencias funcionales en la edad avanzada se desconocen, pero el aislamiento social y los problemas de comunicación (por ej., la poca búsqueda de ayuda) probablemente tengan consecuencias para la salud en la madurez tardía.