El TEA se diagnostica cuatro veces más frecuentemente en el sexo masculino que en el femenino. En las muestras clínicas, las niñas tienden a tener más probabilidad de presentar discapacidad intelectual acompañante, lo que sugiere que en las niñas, sin deterioro intelectual o retraso del lenguaje, el trastorno podría no reconocerse, quizás por ser más sutil la manifestación de las dificultades sociales y de comunicación.